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Inhumación o incineración: diferencias

Las defunciones en España concluyen, principalmente, con dos procesos: la inhumación o la incineración. Decidir cuál va a ser el tratamiento final que van a recibir los restos de nuestro ser querido es un proceso necesario, aunque no agradable, para aceptar la marcha del difunto.

Inhumación o incineración: diferencias. ¿En qué consiste cada uno? ¿Qué ventajas ofrecen? A continuación analizaremos los dos conceptos con detalle para poder tomar la decisión más adecuada en cada caso.

¿Qué es la inhumación?

El término inhumación suele utilizarse, de forma equivocada, como genérico para referirnos a todos los procesos y opciones existentes para el descanso de un fallecido, aunque la realidad es que únicamente hace referencia a una opción.

La inhumación hace referencia al hecho de enterrar al difunto, que se encuentra, generalmente, en un ataúd. La principal desventaja es la del precio ya que a los gastos propios del funeral y el entierro habría que sumar los de mantenimiento, especialmente la cesión del nicho o tumba.

Sin embargo, para muchas personas resulta reconfortante visitar el columbario, nicho o tumba de su familiar en fechas señaladas o siempre que lo desee, para recordar a ese ser querido o especial de una forma más cercana.

¿Qué es la incineración o cremación?

La cremación o incineración es reducir el cuerpo a cenizas, un proceso mucho más rápido que la inhumación y que dura unas pocas horas (la descomposición puede tarda muchos años en producirse).

La principal ventaja de la incineración es claramente su costo pues es mucho más barato en general que una inhumación. No tiene gastos de mantenimiento y las cenizas del ser querido fallecido se pueden trasladar a a cualquier lugar, aunque no es la opción más respetuosa con el medio ambiente debido a la gran cantidad de CO2 que genera.

En cualquier caso, ambas prácticas están aceptadas por la mayoría de religiones.